Por lo visto en Candás hay uno/a o varios/as que se dedican fabricar bulos. Parecen del mismo estilo de la mezquina campaña de cartelinos que aparecieron pegados por las calles del pueblo contra un candidato de "Ciudadanos", durante las elecciones municipales. Una campaña que desde luego no la hizo alguien en paro ya que eran fotocopias o impresiones a todo color.
Ahora parece que el autor/a o autores/as ha dado el salto del mundo analógico al digital y se dedican a suplantar perfiles en las redes sociales, para publicar comentarios insultantes, amenazas, calumnias o crear post falsos.
Las víctimas,... pues lo que ya viene siendo típico, todo aquel que con nombre, cara y apellidos critique, cuestione o denuncie situaciones como: la contaminación del concejo; obras públicas que destruirían nuestro patrimonio como el proyecto de parking sobre la playa de la Pregona; denuncien las actitudes de las grandes empresas que actúan en nuestro concejo, como HC, cementera, Arcelor - Mittal, etc; o cuestione como el Ayuntamiento gasta el dinero público.
Reconozco que los bulos e insultos puede que funcionen en la barra de un bar. Por desgracia para una parte de los habitantes de este pueblo una descalificación resulta más impactante que una argumentación sería con datos y números; además quien descalifica no necesita esforzarse en documentarse. Que han visto a la víctima tomando una cerveza pues lo llaman "borracho". Que no va por los bares pues "marica". Que no impone su voluntad a su mujer "calzonazos" (y luego los que descalifican tienen la cara de ir a manifestaciones contra la violencia de género). Que en lugar de ver el fútbol prefiere los libros y los documentales "friki". Que no se le ocurre nada de lo anterior pues "H de P" que eso "vale pa tó"... etc. Y una vez soltada la brutalidad lo que la victima diga o defienda deja de tener valor. Se trata de un sistema primitivo pero que todavía funciona. Como hasta no hace mucho funcionaba que los humoristas soltaran chistes xenófobos, de "maricas", o sobre gente con alguna deficiencia para hablar, moverse o pensar a la que llamaban despectivamente "gangosos", "tartajas" o "mongolinos".
El mundo está cambiando muy rápidamente; Candás no se puede permitir el lujo de dejar que prosperen gente que a escondidas tras el anonimato y sin dar la cara se dedican a criar odio, amenazar, insultar... etc. A todo aquel que dando la cara cuestionamos a los poderes fácticos del pueblo.
Antonio R. Dosantos
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